
La gente del pueblo no sabía quien ni porqué. Los viejos no tenían enemigos en el pueblo. Debían ser forasteros.Tan sólo se deslizó que robaron. Pero qué podían robar de una masía en l'Alcalatén en el siglo XXI?
Al cabo del tiempo, cuatro ocho años, cuando nadie pensaba en el crimen de la masía de l'Alcalatén, un joven se apostó en la feria de antiguedades. Vio en una mesa un montón de "dobletes d'or" y unas monedas romanas. Aquellas monedas las vió muchas veces al atardecer cuando su abuelo se las mostraba como la herencia más preciada que les iba a dejar. Era fruto de generaciones trabajadoras y honradas. Su honradez era su principal seña de identidad.
Siguiendo el rastro de las monedas de oro, se llegó al autor del crimen. Nunca hay crimen perfecto.
1 comentario:
Què ben escrit... M'ha agradat molt!!
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